La caída de Asad: Un revés estratégico para Rusia en el Medio Oriente

La pérdida del apoyo ruso a Bashar al Asad y la caída de su régimen reflejan un cambio de poder crucial en Siria.

Internacionales12/12/2024Ahora NoticiasAhora Noticias
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Foto: Reuters 

La reciente derrota de Bashar al Asad en Siria, tras el avance imparable de los rebeldes, marca un revés estratégico para Rusia en la región. Durante más de una década, Moscú respaldó al régimen sirio con asistencia militar y política, desde que Asad tomó el poder en 2000, pero la incapacidad de Rusia para evitar la caída del régimen pone en riesgo su influencia en el Medio Oriente.

Rusia intervino decisivamente en 2015, cuando las fuerzas del régimen sirio controlaban solo una pequeña fracción del territorio. Sin embargo, a pesar de la ayuda militar rusa, la situación sobre el terreno cambió rápidamente el mes pasado, cuando las fuerzas de los rebeldes comenzaron a avanzar sin la intervención directa de Moscú. La falta de apoyo a Asad refleja una recalibración de las prioridades rusas, que ahora se enfocan principalmente en la guerra en Ucrania.

Rusia nunca abandonó su apoyo a Asad, pero sus intentos por negociar una transición política en Siria fueron repetidamente frustrados por la obstinación del presidente sirio, que rechazó cualquier tipo de concesión. Sin embargo, a medida que el conflicto se intensificaba nuevamente en las últimas semanas, quedó claro que los intereses de Rusia en la región ya no eran suficientes para sostener a Asad en el poder.

Este cambio de estrategia no solo perjudica a Rusia en términos de influencia política, sino que también amenaza sus intereses militares en Siria. Las bases aéreas en Jmeimim y la base naval de Tartús son esenciales para la proyección de poder de Moscú en el Mediterráneo y en el norte de África. Sin embargo, la caída de Asad podría significar la pérdida de estas instalaciones, lo que debilitaría la capacidad de Rusia para operar en la región.

Además, el debilitamiento de la posición de Rusia en Siria podría abrir espacio para otros actores regionales, como Turquía e Irán, para ampliar su influencia. Rusia también ha perdido el apoyo de algunos de sus aliados en la región, como los países árabes suníes, que han visto con desconfianza su apoyo al régimen alauita de Asad.

En resumen, la caída de Asad representa una derrota significativa para Rusia, no solo en términos de su poder militar y político en Siria, sino también en su capacidad para influir en la dinámica geopolítica de todo el Medio Oriente. Si bien Moscú intentará mantener su presencia en Siria mediante esfuerzos diplomáticos, el panorama de poder regional ha cambiado de forma irreversible.

Con información de: The New York Time 

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